Francisco O. Navarrete

There are men whose lives become a story passed down through generations—stories of resilience, love, and strength. Francisco Navarrete lived such a story, one that his children, grandchildren, and great-grandchildren will carry forward with pride. The land knew his footsteps, the horses knew his hands, and his family knew his heart. To know him was to know love, strength, and true selflessness. 

A cowboy true and true, he carried within him the grit of the land, the discipline of honest labor, and a heart that never stopped giving. A man whose strength, humility, and devotion shaped the lives of all who were blessed to know him. He left this world as he lived in it—steadfast, hardworking, and surrounded by the love of his family.

Born in Coyame, Chihuahua, Francisco carried within him the enduring spirit of his homeland. He was a cowboy through and through, a man whose hands bore the marks of honest labor, and whose heart was devoted to his family. Ranching, horses, and even the work of running his windmill company all bore witness to his relentless drive and unshakable belief that hard work pays off.

He instilled this belief in his daughters, raising them to be strong, independent women who carry his lessons forward in every step they take. Yet his proudest role was not just that of father, but of grandfather and great-grandfather. Nothing gave him greater joy than time spent with his grandchildren—whether it was a lunch outing, a simple adventure, or just sitting together, savoring the beauty of being in each other’s company. They were his pride, his joy, and his truest accomplishment.

Though his love for his own family was boundless, it did not stop there. Francisco had a rare gift: he loved all children, whether connected by blood or by heart. He welcomed them, protected them, and cherished them, embodying a selfless spirit that touched countless young lives.

A devoted husband, Francisco shared 55 years of marriage with his beloved wife, Margarita Navarrete. Together they built a family, a home, and a legacy rooted in faith, hard work, and devotion. In his community, he was known as a man of character—selfless, dependable, and profoundly respected. His legacy is one of love and labor, of resilience and generosity. His memory will forever be a guiding star: a reminder that true wealth is measured not by what we hold, but by what we give.

Francisco is preceded in death by his parents, Francisco and Rita Navarrete; his siblings, Antonio, Saul, and Romelia; and his beloved grandchildren, Dominique Baeza and Maria Acosta.

He is survived by his loving wife, Margarita Navarrete; his daughters, Margarita Navarrete, Kristi Navarrete (Ramon), Mayra Acosta (Erik), and Mitzi Navarrete. He also leaves behind his nephews and niece who were like his own children: Martin Marquez (Yolanda), Moy Marquez (Kristeena), Mauricio Marquez (Crystal), Silvano Navarrete (Dioscelina), and Rita Navarrete. His legacy continues through his 15 grandchildren and 3 great-grandchildren, each of whom carry a part of his love and lessons within them.

As we bid farewell to Francisco, we honor the cowboy he was, the family man he became, and the inspiration he will always remain. His story is not only written in the land he worked or the animals he loved, but in the hearts of his family, his community, and the generations who will carry his lessons forward. 

The burial will take place in Coyame, Chihuahua, a place he dearly loved, at a later date.

Hay hombres que dejan una historia que nunca se olvida. Una historia que pasa de padres a hijos, de nietos a bisnietos. Una historia de esfuerzo, amor y fortaleza. Francisco Navarrete vivió de esa manera, y su ejemplo quedará para siempre en el corazón de su familia. La tierra conoció sus pasos, los caballos sintieron sus manos y su familia conoció su corazón. Quien lo conoció, conoció el amor, la fuerza y la entrega sin condición.

Francisco fue vaquero de principio a fin. Siempre trabajador, siempre firme y con un corazón que no se cansaba de dar. Hombre humilde y fuerte, dejó huella en todos los que tuvieron la fortuna de conocerlo. Se fue de este mundo como vivió: trabajador, derecho y rodeado del cariño de su familia.

Nació en Coyame, Chihuahua, y siempre llevó en la sangre el espíritu de su tierra. Fue ranchero, amante de los caballos y también trabajó con mucho esfuerzo en su compañía de molinos de viento. Toda su vida fue ejemplo de que el trabajo duro rinde frutos.

Ese ejemplo lo dejó en sus hijas, a quienes enseñó a ser mujeres fuertes e independientes. Pero lo que más orgullo le daba era ser papá, abuelo y bisabuelo. No había cosa que le diera más gusto que pasar tiempo con sus nietos y bisnietos: llevarlos a comer, darles una vuelta o simplemente sentarse con ellos a disfrutar la vida. Ellos fueron su alegría más grande y su mejor logro.

Francisco tenía un cariño especial por todos los niños, no solo los de su familia. Siempre los recibió con amor, los cuidó y los trató como si fueran suyos. Su corazón generoso no tenía límites.

Fue esposo dedicado y compartió 55 años de matrimonio con su querida esposa Margarita Navarrete. Juntos levantaron una familia, un hogar y un legado lleno de fe, trabajo y amor. En su comunidad fue conocido como un hombre de palabra, servicial, noble y muy respetado. Su recuerdo siempre nos enseñará que la verdadera riqueza no se mide en lo que uno tiene, sino en lo que uno da.

Francisco fue precedido en muerte por sus padres, Francisco y Rita Navarrete; sus hermanos Antonio, Saúl y Romelia; y por sus nietas queridas, Dominique Baeza y María Acosta.

Le sobreviven su esposa, Margarita Navarrete; sus hijas, Margarita Navarrete, Kristi Navarrete (Ramón), Mayra Acosta (Erik) y Mitzi Navarrete. También sus sobrinos e hija de corazón: Martín Márquez (Yolanda), Moy Márquez (Kristeena), Mauricio Márquez (Crystal), Silvano Navarrete (Dioscelina) y Rita Navarrete. Su legado sigue vivo en sus 15 nietos y 3 bisnietos, que llevan dentro de sí su amor y sus enseñanzas.

Hoy, al despedirnos de Francisco, honramos al vaquero que fue, al hombre de familia que siempre será recordado y al ejemplo que seguirá vivo en todos los que lo amamos. Su historia no quedó escrita solo en la tierra que trabajó o en los animales que cuidó, sino en el corazón de su familia, de su comunidad y de las generaciones que siguen sus pasos.

El entierro se hara en Coyame, Chihuahua, en el lugar que el tanto queria, mas adelante.